lunes, 6 de abril de 2020

MEMORIA SIN RETORNO

Pies desnudos y rostros encriptados en la flecha del tiempo;
Sabores insalubres que se extienden por todos los veranos;
De rojo purpura se vistió la primavera en un nuevo holocausto;
Rosas blancas mancharon sus perfiles con los ríos de sangre.
Un lamento estremece el entrecruce de los cuatro puntos cardinales:
Han caído los pilares que sostenían el arco de la vida;
Hincaron las rodillas –a la fuerza– besando por última vez la tierra húmeda.
Almas erráticas y escuálidas deambulan por el altar de la expiación;
Ha muerto la esperanza que yacía en el vientre de un puñado de espíritus asediados,
Atrás tan solo quedan las cenizas y el miedo fundado por todos los tiranos.
Silencio sepulcral en los ojos perdidos de quienes siguen el abismo de la diáspora.
Pies desnudos, rostros encriptados, cuerpos lacerados: todo es turbio en la flecha indiferente del tiempo.
(En honor a las lideresas y líderes caídos)
(Alexander Monroy)
Derechos reservados)


viernes, 15 de noviembre de 2019

¿ESCRIBIR ES UNA CUESTIÓN DE LIBRE ALBEDRÍO O UN ACTO DE SUPERVIVENCIA?

El lenguaje, necesariamente, debe instalarse en la naturaleza humana como un acto de rebeldía. La palabra escrita es una forma de cogitación sensible; es la manera como nombramos y des-nombramos el mundo, es una forma de enunciación subjetiva que transita por los juegos del lenguaje y las posibilidades del poder creativo. La palabra oral o escrita, es decir, los discursos, deben ser la bandera de los sujetos emancipados. No creo en ese sentido que el acto de escribir o de parir ideas a partir de los juegos del lenguaje sea una cuestión de simple supervivencia. Es más, si se reduce la posibilidad emancipatoria y transformadora del acto de escribir, se desnaturalizan las formas pragmáticas y metaéticas del lenguaje.

Escribir es un acto reivindicatorio. Es una forma de anuncio y de denuncia. Es la única forma que tienen los sujetos de reivindicación frente a las formas de poder regente o la efectivización del poder en condiciones de asimetría social. En ese orden de ideas, escribir es un ejercicio de poder y forma de acción política, en la medida que los lenguajes nos permiten agenciar procesos de transformación social, posicionando discursos que van en contravía de los lenguajes totalizantes y coercitivos por parte de los actores o grupos de poder. También es cierto que no podemos pensar ingenuamente que la escritura en sí misma se convierta en un ejercicio de poder creativo desde una mirada critico-transformadora; sin embargo, las formas en que se instalan las desigualdades y toda suerte de injusticias han transitado por los discursos aduladores. Quiero decir aquí que el aspecto escrito y enunciativo de los discursos posicionan formas concretas de pensar y de actuar, muchas de ellas han sido totalizantes, lo que significa que el discurso constituye un dispositivo o una forma de estructurar la sociedad.

Hay que decir que la escritura entraña elementos metafóricos de la realidad social y, en ese sentido es posible descifrar los metalenguajes que se circunscriben a través de la palabra escrita. Así, es posible que la escritura reivindique otro tipo de lenguajes emergentes que, en cierta forma han estado silenciados por la incapacidad expresiva de un sinnúmero de sujetos. Si bien Paul Auster al indicar que “escribir no es una cuestión de libre albedrío, es un acto de supervivencia”, pretende señalar que el oficio del escritor consiste en formular o inventar historias distintas a las realidades que nos toca vivir con el ánimo de postular la esperanza como un escenario de sentido frente al panorama sombrío que ofrece la sociedad actual, creo que su postura es un poco pesimista ya que la palabra escrita puede generar y construir sentidos más allá de una fuerza contestataria o un simple solipsismo que claudica ante las pletóricas formas en que se cristalizan los problemas sociales.

Considerando lo anterior, el grueso de la literatura no puede seguir posicionando un discurso cómodo en el que las narrativas diluyen las fronteras de la realidad, yuxtaponiendo historias figuradas y alegóricas que en últimas desubican al lector en unas formas abstractas del lenguaje que poco coinciden con la realidad que atraviesa a los sujetos. Todo lo contrario, escribir es una forma de resignificar y de dotar de sentidos a la realidad sitiada del ser humano, brindando la posibilidad de recuperar el sitio político y enunciativo de los sujetos. Se entiende que los escritores son seres heridos al sentirse persuadidos por la realidad circundante, tal como lo indica Paul Auster, pero, si son seres heridos, ¿por qué pretender despojar a la literatura de su esencialidad pragmática?

Finalmente, aunque escribir supone unos criterios plagados de convencionalismos y pautas normativas y prescriptivas que dan como resultado unas retóricas frías y acartonadas con estilos y formalismos gramaticales más o menos estéticos, es evidente la muerte de la literatura que, por obedecer a las leyes de la gramática, desnaturaliza y desustancializa la acción trasformadora de la palabra; es decir, que a filo de la ortodoxia o profilaxis estética del lenguaje, se estrangule el sentido práctico, liberador y transformador de la palabra.
(Alexander Monroy)


viernes, 19 de julio de 2019

SILENCIO Y ESPERA COMO METÁFORA DEL ACTO CREADOR (POIÉSIS)

HABLANDO DE POETAS (Poiésis).

[…] La vida de un hombre que trasiega en la indecible espera aguarda siempre el despertar de la luz diáfana de la mañana, y, como vigía del tiempo que se instala en la plenitud del espacio, destruye el mutismo de lo incontenible. Espera –incansable– la promesa de un nuevo día, mientras que el horizonte se dibuja de nuevo en su mirada y, la diacronía hace eco con el pulso de cada cogitación... Así es el poeta que se instala en el entrecruce de la temporalidad y la espacialidad, prefigurando –con el denuedo y la profusión neumática de la palabra– una nueva creación. […] Y, qué más puede hacer el artesano de la palabra sino transgredir la normalización y proponer un mundo que pronto se inaugura y nos sorprende con su novedad, desplegado a través de la potencialidad y la artificiosidad del logos que, permite una construcción eidética de la imagen y de la realidad, advirtiendo que el acontecimiento –en el ser humano– es consecuencia de una determinación interna que nos remite a la retórica y a la dialéctica de cada cuerpo vivo. Por fortuna esto es posible ya que el significado no se agota en lo visible, pues coexisten significados propiamente visuales más allá de la retórica de la imagen y la figuración.

En efecto, no se detiene el tiempo por qué sí, sino para ver el alumbramiento de una nueva criatura; una nueva emanación que se atreve a construir –de la nada– el principio de una nueva humanidad. El tiempo se detiene para contemplar los dolores del parto que trae la buena noticia de que un nuevo ser alumbra con su melodía. Eso es lo que hace el poeta en el acto de la creación: hace que el tiempo se detenga para que éste co-participe en el suceder de la poiésis donde surge el germen de una nueva creatura.
Se destruye la realidad a partir del lenguaje y, se destruye el lenguaje a partir de la poesía para dar paso a una nueva forma al devenir de la realidad. Quien es capaz de convocar y detener el tiempo en el entrecruce de los cuatro puntos cardinales, es capaz de convocar la potencia definitoria para dar paso al universo.

Así las cosas, el poeta participa en la obra de la redención del universo, pues trasmuta el desorden y el caos en la posibilidad de una nueva forma. Traer la forma incontenible del universo –a través de la palabra– es, en cierta forma, renombrarlo y, por tanto, recrearlo. No se des-nombra la realidad para dejarla en la crisis definitoria de su sentido y significado, sino para posibilitar una nueva redefinición que logre superar el punto de la nulidad y de lo “ya dado para siempre”.

Hablar de un nuevo orden implica el doble juego con la muerte. Se sacrifica lo ya existente para lograr nuevos espacios de enunciación óntica, puesto que el re-nombrar y el re-crear implica ir en contra del orden regular o natural de los fenómenos. Quien logra conjurar los principios de las cosas, logra transustanciar las esencias bajo los cánones de nuevas posibilidades sin reparar en los prejuicios de los accidentes. Eso significa que se desmonta los límites y, se ensancha el horizonte de la transitoriedad. Es curioso pensar que el poeta encarna una relación íntima con la muerte, pues comprende que él también tiene el poder de decidir sobre la vida. Desde luego que la muerte y la vida contienen el sentido del fin último (teleológico), y, por tanto, conllevan la responsabilidad de que –con su paso– se logre la metáfora de la vida.
Exclama y profesa el poeta en el proceso de la creación: ¡hermosa teofanía la de parir la vida, asunta en los dolores de prematura parturienta! ¡Hermosa epifanía que, en la panacea del tiempo, brotó de sus entrañas la lumbre que apacienta! 

Alexander Monroy C. Fragmento Apología poética – Derechos reservados de autor ®)




miércoles, 22 de mayo de 2019

LONTANANZA

¡En pie, lanza un grito en la noche
Ante el acérrimo camino de las incomprensiones!;
Desgarra el cielo con las lágrimas
Y derrama como agua la tinaja de tu corazón.
Grita, grita fuerte en la noche
Para que ninguna alma escuche tu alarido;
Llora, llora amargamente por el ave que se fue;
Pena por las avenidas enlutadas
Y, tiñe de tristeza tu semblante.
¡Que no te acobarden las lágrimas
Ni se constriña vuestro corazón!
Después de tus lamentos encontrarás la paz
Dentro de los bemoles de la bondad del espíritu.
Cuando hayas llorado lo suficiente sécate las lágrimas y,
Vuela, vuela lejos; vuela lo más lejos que puedas,
Te darás cuenta de que, todo en este mundo es aciagamente efímero. (J.A.M.C)


martes, 11 de julio de 2017

MÍMĒSIS, POÍĒSIS & KÁTHARSIS (J. Alexander M. C.): CAUTA ESPERANZA

MÍMĒSIS, POÍĒSIS & KÁTHARSIS (J. Alexander M. C.): CAUTA ESPERANZA: […] Y cuando callas y callan las palabras y callan los sueños y las ideas y las estrofas repetidas de todos los himnos y discursos. ...

MÍMĒSIS, POÍĒSIS & KÁTHARSIS (J. Alexander M. C.): CAUTA ESPERANZA

MÍMĒSIS, POÍĒSIS & KÁTHARSIS (J. Alexander M. C.): CAUTA ESPERANZA: […] Y cuando callas y callan las palabras y callan los sueños y las ideas y las estrofas repetidas de todos los himnos y discursos. ...

SOUVENIR

[…] Y cuando callas y callan las palabras
y callan los sueños y las ideas
y las estrofas repetidas de todos los himnos y discursos.
Y cuando el templo de tu corazón calla a toda voz
y el silencio mismo queda en silencio,
entonces, el Músico Divino entona en tu ser su propio canto,
uno que no puedes oír mientras las aves trinan,
mientras el mar resuena o resuena
la plegaria anhelante de tu propio corazón.
Entonces, desde un templo que está más allá
de todas las voces y de todos los silencios,
su amor abre tu alma al amanecer del Primer Día,
caminas el Valle del Asombro y escuchas
su voz viniendo de todas partes.
Y el amor es el verbo, la tempestad y el silencio.
La entrega sin preguntas,
el perdón sin juicio,
la bondad infinita que todo abarca.
Y es la espada que atraviesa el cuerpo moribundo
de quien en silencio espera su último momento…